viernes, 26 de junio de 2020

Educación en tiempos de COVID-19

Ana Helice Rodrigo Espinosa*
26 de junio 2020, Ciudad de México. 

Sin duda alguna la pandemia generada por el nuevo coronavirus nos ha ubicado en una posición compleja, ha significado un evento calamitoso por lo abrupto e inesperado de la interrupción de nuestras rutinas, nuestras relaciones. 

Hemos sido rebasados en varios aspectos por esta pandemia, nos ha puesto enfrente de una crisis que si bien tiene distintas aristas estas no están disconexas y nos coloca en un panorama de incertidumbre mismo que nos obliga a la reflexión de cómo será el futuro después del COVID, presentándonos dos posibles caminos reflejados por los pensadores Slavoj Zizek y Byung Chul Han. 

No podemos negar que una de las aristas de esta crisis es la que tiene que ver con la educación, aunque cabe decir que se agravó (porque ya se encontraba enfrentando sus propios demonios). Es decir, esta pandemia puso en evidencia las enormes desigualdades que están presentes en nuestro sistema educativo; súbitamente educadores y educandos perdimos nuestro espacio común llamado escuela y nos vimos rebasados ante las condiciones que impuso el confinamiento. Por un lado, puso de manifiesto las carencias de nuestras instituciones en materia de infraestructura y de formación de los educadores para llevar a cabo de manera satisfactoria la educación en línea; y por otro lado han sido exhibidas las enormes brechas del acceso a estas tecnologías y de aprendizaje usando estas tecnologías por parte de nuestros educandos. 

Así pues fuimos testigos de cómo ante la emergencia se fueron tomando una serie de decisiones a todos niveles, que apuntaban más a “salvar” el ciclo, o el semestre, que a resignificar algunos aprendizajes, decisiones, claro está sin tomar en cuenta a educadores y educandos. Las dinámicas escolares se convirtieron más en llenar una carpeta de evidencias, en atiborrar de tareas y actividades (muchas de ellas sin sentido), en llenar cuestionarios después de visualizar clases grabadas; esto es, se trasladó la rigidez del aula a la educación a distancia, perdiendo así la gran oportunidad que se tenía para establecer una vinculación de la escuela con la realidad. Era el momento para que por fin los conocimientos cobrarán un significado y la dejamos pasar. 

Sin embargo las crisis también pueden significar oportunidades; pueden ser esos espacios donde se pueden construir, generar, edificar, idear, imaginar alternativas. De las crisis pueden surgir nuevos comienzos. Sin duda este es un momento de disrupción y por ende de transformación, por lo que me parece pertinente plantear un conjunto de reflexiones que si se dan de manera colectiva pueden brindarnos un poco de luz y un panorama mucho más esperanzador para afrontar esta “nueva normalidad”. 

¿Para qué educamos? 

El primer punto tiene que ver con la pregunta para qué educamos acompañada con el replanteamiento de la escuela, ésta sin duda debe cambiar de manera tal que pueda asumir los retos que planteará la sociedad que surja de esta contingencia. Es decir, a partir de lo que hemos podido visualizar nos encontramos ante la disyuntiva: o seguimos apostando por un sistema escolar rígido, alejado de la realidad y reproductor de desigualdades, o bien apostamos por la construcción de la nueva escuela, una democrática, donde se construyan o reconfiguren otro tipo de relaciones sociales más en lo colectivo que en lo individual. 

¿Cuál es papel del educador? 

El segundo punto tiene que ver con la resignificación del educador y su labor, ya que las tics por sí solas no tiene una función pedagógica, no sustituyen jamás al educador entonces es el momento para que se le forme, se le instruya en el uso de estas herramientas (que son un complemento), para que pueda desempeñar su labor. Además es el protagonista para lograr las condiciones para que los estudiantes sean autorreflexivos, informados y que tengan la capacidad de unir aprendizajes con el cambio individual y la transformación social (Freire). Es momento de construir espacios para la autocrítica y la reflexión colectiva sobre la labor educativa, y dejar de ponderar la gestión administrativa, pues limita estos espacios. 

¿Cuál es el papel del educando? 

El tercer punto va en relación con la resignificación del educando, dejar de verlo como el repositorio de información, y entonces formarlo en habilidades autogestivas de aprendizaje, capaz de indagar, hacerse responsable de su aprendizaje y del aprendizaje de los otros, autodidacta, etc. (no dejar pasar el momento de vinculación del currículo con la realidad). 

¿Hacia dónde debe ir la educación? 

El último punto va relacionado con una educación holística es decir tomar en cuenta lo integral del ser humano (del educador y educando) por lo que no pueden seguirse tomando decisiones haciendo caso omiso del aspecto emocional, todos durante esta pandemia hemos sentido, enojo, miedo, angustia estrés etc. y tristemente muy pocos contamos con habilidades o herramientas para el trabajo de las emociones. 

Finalmente... 

Considero sumamente indispensable, importante retomar las experiencias que nos ha dejado esta pandemia tanto a educandos como a los educadores y desde ahí ir construyendo. Es el momento de acción de aquellos que apostamos por la construcción desde la escuela de otro tipo de relaciones, el bien común y la justicia social. Y en este sentido será fundamental dentro de esta “nueva normalidad” los espacios alternativos relacionados con el ejercicio de derechos, la educación en comunidad, la construcción de redes de apoyo, haciendo énfasis en todo momento de la importancia de la colectividad ante esta reconfiguración de las relaciones que tendremos a partir de ahora. En conclusión considero que siendo optimistas, como Zizek, y pensamos que de esta crisis tenemos que salir mejores seres humanos y que dejaremos atrás nuestro individualismo, la educación tiene el papel protagónico para lograrlo. La educación de los nuevos comienzos es la de aquellos que conciben que otro mundo es posible, que “un mundo mejor es posible”. 

*Profesora de matemáticas en el programa de bachillerato alternativo en Kolping. Además de adjunta en el Seminario de Enseñanza de las matemáticas en la facultad de Ciencias de la UNAM. Miembro del Seminario de Educación Popular en América Latina y del Círculo de Educación Crítica e Integral.

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