lunes, 20 de octubre de 2025

Conferencia: Cuerpo, Juego y cuidado en la educación: Once años del Instituto Cultural Kolping

                                    Cuerpo, juego y cuidado

Once años del Instituto Cultural Kolping.




Agradezco la invitación a participar en esta “Jornada Intersectorial de promoción de salud mental” aquí en la UACM Cuautepec. Agradezco, por supuesto, al Dr. Octavio Valadez por invitarme y por crear estos espacios para estudiantes que permiten un intercambio y reflexión de temas tan importantes como la salud mental.


Hace 24 años trabajo y camino junto a Octavio, además de la búsqueda por transformar el país, lo que nos ha unido es que la trinchera que escogimos para esa transformación es la educación. Hoy les vengo a platicar sobre el programa de bachillerato popular, el qué además concebimos juntos y que por asares de la vida me tocó sostener junto con mi colectivo estos 11 años.


Nuestro colectivo, el “Círculo de Educación Crítica e Integral”, surgió en el 2009, el primer trabajo conjunto fue el ”Seminario de Educación Popular en América Latina”. Somos un grupo transdisciplinario militante. Para mí, es imposible hablar de nuestro colectivo y de las inspiraciones del programa que les vengo a presentar hoy, sin hablar de la huelga estudiantil de la UNAM en 1999. Pues sin duda fue un asomo a la fuerza de los seres humanos cuando empeñamos lo mejor de nosotros a aspiraciones colectivas más grandes que nuestra individualidad.


En este trabajo quiero platicar con ustedes sobre cómo en nuestro proyecto hemos abordado estas tres dimensiones: cuerpo, juego y cuidado desde nuestra perspectiva pedagógica y política.


De dónde partimos.


Nuestra práctica pedagógica está centrada en la educación popular en un ambiente de educación formal. Lo cual ya supone un reto, pues en nuestro caso particular estamos ceñidos por los contenidos que la SEP impone al nivel medio superior y por otro construir y reconstruir el proceso de enseñanza aprendizaje desde una perspectiva alternativa.


Para nosotros, los sujetos estamos constituidos por diferentes dimensiones como sostiene Marcuse, de esa multidimensionalidad, las que nos fueron más sencillas de comprender y aprender fue la dimensión del pensamiento crítico. Ahí de Vygotsky y Lipman tomamos el desarrollo de esta dimensión humana, además de las intuiciones propias que con el tiempo se han ido afinando. Sin embargo las otras dimensiones nos fueron costando más trabajo de incorporar de forma directa y esquematizada. Principalmente la dimensión emocional, un poco por desconocimiento del abordaje adecuado; el otro, por cierto recelo propio del contexto al que pertenecíamos. No obstante, muy pronto nos dimos cuenta que era necesario hacernos cargo.


Nuestro programa atiende actualmente a jóvenes de entre 17 y 25 años de edad. Que dejaron la educación media superior. Dura un año, con grupos pequeños y atención personalizada; su principal objetivo es que los jóvenes obtengan su certificado de bachillerato. Estamos localizados en la colonia Martín Carrera, en GAM, en la CDMX. Es un programa gratuito gracias al trabajo del colectivo y el apoyo de la Fundación Padre Adolfo Kolping. El nombre oficial es: “Instituto Cultural Kolping.”


Los jóvenes que atendemos viven en la periferia de la ciudad. Han dejado la escuela por motivos económicos, además padecen una compleja realidad pues después de la pandemia presentan serios problemas de salud física y mental. Hemos podido constatar que,con mayor frecuencia, asisten con nosotros jóvenes que viven ansiedad o depresión. Muchos de ellos sin atención adecuada.


A continuación, iremos hilvanando con ustedes las dimensiones que prometimos abordar: cuerpo, juego y cuidado.


Cuerpo en el espacio pedagógico.


Debido a la amplitud en el rango de edad y a la variedad que sostiene el programa, la forma en la que trabajamos la mayor parte del tiempo es en multigrupo. Nuestra aula está organizada de forma horizontal y en herradura, nuestras mesas y pizarrón son movibles y nos permiten adecuar el aula de diferentes maneras, las sillas son acolchadas y ergonómicas. Para nosotros como para Freinet la forma es fondo y nuestra aula es amplia con ventanas que dan al jardín. Buscamos que el ambiente sea idóneo para el aprendizaje. 


Es de nuestro interés que los espacios que ocupan sean dignos. Que los baños estén limpios, con lo necesario: agua, jabón, papel. Parece una nimiedad, sin embargo, es el cuerpo concreto el que acude a clases y en muchos espacios educativos esto pasa a segundo término, se piensa que solo asiste la mente de las juventudes a clases.


Contamos con jardines cuidados y algunas camas de cultivo con plantas medicinales. Tenemos un mural colectivo pintado por los jóvenes guiado por la “RED Latinoamericana feminista”. Hay un salón de usos múltiples, una pequeña cancha con malla sombra para las actividades al aire libre. 


Para nuestro programa fue muy importante el lugar que iban a habitar los jóvenes en su dimensión corporal.


Cuerpo y autocuidado.


Nuestro programa de inicio ya tenía la intuición de que debíamos mantener un lugar dentro de la currícula para la actividad física. Una actividad guiada que les propusiera a todos la posibilidad de experimentar la dimensión deportiva de su cuerpo. Donde el calentamiento se explica y se vive. Principalmente trabajamos calistenia. Es importante decir que muchas de estas actividades tienen una base, pero juega un poco con la apuesta de los docentes y la disposición y propuesta de los grupos.


Después en 2017 Octavio nos contactó con Danielle Ancin y su colectivo “Todos Crecemos” y desde ese momento adoptamos como parte de nuestra currícula los “Círculos de paz” al cuál damos un espacio de una hora cada semana. La parte más valiosa con relación al cuerpo son las prácticas mente cuerpo que amorosamente nos compartieron.  


Conforme ha pasado el tiempo hemos incorporado a nuestra pedagogía el movimiento corporal, el cuidado y el respeto a nosotros mismos. Sin embargo, ha sido realmente difícil, por el conjunto de jóvenes con los que trabajamos, en ocasiones superar, por ejemplo, las actitudes negativas respecto al propio cuerpo y al cuerpo de otros, principalmente entre las que mujeres, pues son el blanco de una violencia corporal más incisiva y constante por los medios de comunicación y la sociedad en general. Luchar contra eso ha sido una batalla constante.


Una forma en la que buscamos enfrentar estas violencias es construir la escuela como un espacio de paz. Aunque es una táctica guerrillera la de liberar territorios, nos parece que es importante plantearlo así, pensar que hemos conquistado para nosotros, espacios físicos y temporales donde podemos liberarnos de las dinámicas que predominan en la ciudad, en el transporte público, por ejemplo.


Buscamos crear espacios que sean remansos para el alma y el cuerpo, donde los y las jóvenes puedan disfrutar de otras formas de relacionarse con ellos y sus pares.


Cuidado colectivo y juego


Para nosotros desaprender las dinámicas cotidianas que rigen en el espacio educativo pasa por proponer otras maneras de aprender. Por ello hemos incorporado la acción, reflexión, acción a partir de los juegos cooperativos. Aunque está estrategia no es nuestra la hemos adaptado a las necesidades de nuestros estudiantes y la práctica ética que nos identifica. Los juegos cooperativos son una metodología de “Educación y Capacitación en Derechos Humanos, AC,”. Además de la metodología del “circo social” de CÁRITAS.


Cada uno de los juegos propuestos por estas metodologías los hemos curado y adaptado a nuestro contexto y a los jóvenes con los que trabajamos, pues en la mera indicación del juego, no necesariamente ocurre la posibilidad de enaltecer los valores y habilidades blandas que nuestro programa quiere resaltar, como la solidaridad, la empatía, el compañerismo o el trabajo en equipo. Muchas veces estos juegos pueden llegar a producir violencias que se ocultan bajo la palabra “juego”. Desestimando las agresiones verbales o hasta físicas bajo el lema “es sólo un juego”. Por ello en cada una de nuestras intervenciones con los juegos, proponemos a los participantes qué es lo que esperamos en su comportamiento, así como en la insistencia de que buscamos construirnos de otra manera. Con esta y algunas otras adecuaciones hemos logrado que los juegos sí sean una posibilidad de transformación, reflexión y vivencias valiosas para los jóvenes.


El juego entonces es parte de la posibilidad de conectar con otros desde perspectivas de cuidado colectivo, si es intencionada desde quien lo propone y no se hace un uso a destajo de las herramientas que se han desarrollado para ello. Además, es importante decir que revisamos las asimetrías de poder que se pueden generar desde quien da las instrucciones de forma maliciosa, que busca evidenciar a los participantes como no cooperativos, en vez de guiar la creatividad y esfuerzos de la colectividad que juega hacia la solidaridad y el cooperativismo. Es ahí donde corregimos las indicaciones y a veces hasta cambiamos los objetivos supuestos en el juego, o de plano no realizamos esos juegos, pues carecen del sentido que buscamos.



El cierre.


Finalmente, las reflexiones que hemos compartido aquí hoy devienen de la praxis pedagógica de 11 años, donde nuestro colectivo ha ido desarrollando, afinando y trabajando los aspectos del programa de bachillerato encarnado en el Instituto Cultural Kolping, en este caso: el cuerpo y el juego regidos por el cuidado propio y el cuidado colectivo. Donde con estas herramientas y perspectiva nos dirigimos hacia un cuidado de la salud mental y emocional de nuestros estudiantes. Como siempre, quedan muchas aristas que atender y sabemos que “no lo podemos todo”, pero parafraseando a Freire: “algo podemos”


Gracias por su atención.


13 de octubre 2025
Melina de la Luz González Quintanar.